Te avergüenzan algunas cosas que albergas en
tu corazón, pero yo las veo todas y te sigo que-
riendo igual. Noto la belleza de tu corazón.
Percibo la persona en que puedes convertirte
la mujer que ya estas llegando a ser, gracias al
amor que profesas por mí. No pienses que eres
indigna a mis ojos. No te ocultes por verguenza
pues yo lo veo todo y, de igual manera, te amo.
Mi espiritu brinda amor y alivio allí donde
abundan las heridas; es comprensivo con aque-
llos que son rechazados; concede vida cuando
reina la desesperación.
Conozco tu corazón y sé que es lo que está mal
pero también veo la belleza que hay en él. Me
amas a mí y amas también a los demás. Eso es
lo que cuenta para mí.
Crees en el amor que abrigo por ti; valóralo,
aunque no entiendas cómo puedo amarte. Me
encanta hacerlo, porque sé que tu necesidad de
mi es grande. En lo profundo de tu alma anhe-
las que te restablezca y eso hace que te aprecie
aun más.
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