Dulce Jesús mío, ha llegado una vez más el final
de otro día y como siempre es hora de descansar de
la jornada. Es algo que en tu infinita sabiduría has
planeado para que el hombre recupere las fuerzas;
gracias por todas las cosas vividas durante este
día, especialmente por el amor que me prodigaste
junto con la Santísima virgen María y toda la
familia celestial. Gracias por los aprendizajes, las
alegrías y aún por las tristezas, por cada persona
con la que tuve la oportunidad de encontrarme y
compartir, por mi familia y mis amigos. Por todas
las oportunidades de progreso, trabajo y servicio
que permitiste en mi camino, por la comida y el
vestido y también por tener un lugar donde descansar.
Gracias por la salud y el bienestar que con amor
me regalaste.
Te pido perdón por aquello que no supe apro-
vechar y especialmente por las posibles huellas
de desamor que pude haber sembrado en los co-
razones de los que me rodearon hoy. Perdón por
el tiempo perdido, por mis malos pensamientos
y deseos, por toda palabra inoportuna, hiriente
o desatinada. Por toda murmuración, mentira
o maledicencia. En general te pido perdón por
todo aquello con lo te pude ofender durante
este día y te pido me ayudes a ser mejor en todo
durante el día de mañana. No me apartes la luz de
Tu Santo Espíritu.
En tus manos coloco mi cuerpo, mi alma y mi
espíritu, para que durante la noche, lo nutras con
tu presencia, tu amor y sabiduría mientras des-
canso en tus benditas manos. Permite que aún en
sueños pueda alabarte conforme a tu grandeza y
misericordia y que al despertar mi primer pensa-
miento sea para Ti y no permitas que nunca me
separe de Ti.
Amén.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre.
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